sábado, 21 de agosto de 2010

Visite Baltimore 12: Michael Lee & Duquan "Dukie" Weems.



- How do you get from here to the rest of the world?

- There ain't no special dead. There's just dead.

Dukie: You remember that one day, summer past? When we threw them piss balloons at them Terrace boys? You remember, just before school started up again? You know, I took a beatdown from them boys. I don't even throw a shadow on it. That was a day. Y'all bought me ice cream off the truck. You remember, Mike?

Michael: [long pause] I don't.

Dukie.



- Ya'll always taught me..Get there early.

- Why not?....i mean..Marlo aint suck no dick right? so if Marlo knows he aint suck no dick then what the fuck he care what Junebug say, what anybody say..Why this boy gotta get dead just for talking shit.

- Why you even wanna do this? What is you thinking Duke? You think if you start carrying somebody ain't gon try you? Naw...somebodys always gon try you...and if they know that you carrying they gone make you come out with it. And once you come out with it you gotta be willing to go all the way. *gunshot* You can't bring it out unless you willing to use it. *gunshot* Can't be no doubt. *3 gunshots*

Mike.

En el gran análisis de las instituciones y los grupos sociales de una ciudad que hace The Wire (y que podría ir así: policía – delincuentes – puertos / trabajadores – políticos – escuelas – diarios, y una sexta temporada hipótetica y jamás filmada pero que me hace soñar despierto sobre los inmigrantes latinoamericanos) la cuarta temporada es la más amarga y más pesimista, así que no es coincidencia que hable del sistema educativo y lo que sucede con los niños que ingresan a él.

Seguimos la historia a través de 4 niños: Michael, Dukie, Namond y Randy. Todos vienen de trasfondos ligados de un modo u otro a la calle, la ilegalidad, la violencia y el maltrato, pero sus destinos serán muy diferentes. Lo que siempre está claro, sin embargo, es que la escuela no es ninguna salvación para ellos, que no existe el camino de perfeccionamiento, “crecimiento intelectual” (porque, en definitiva, los 4 son realmente inteligentes y no tienen lugar para los conocimientos estándar que no le sirven para nada de la escuela), ascenso social burgués y clase media. Lo único que los encauzará por la vía del bien es un milagro o la influencia de terribles fuerzas externas cuyo interés en alguno de ellos exceda los límites de la legalidad, llegue al cruce de las líneas sociales de acero.

De todos ellos he elegido a Michael y Dukie, en primer lugar, porque son los que más tiempo están en la serie. En segundo lugar, porque son diametralmente opuestos pero a la vez complementarios, porque son ejemplos de cómo una vida rodeado de drogas y violencia pueden desviarte hacia el lado de la indefensión o el lado de la dureza. En tercer lugar, porque son los dos personajes que The Wire sigue más despiadadamente mientras se internan en la gran picadora de carne de la sociedad, ocupando lugares para que se perpetúe el sistema, la sangre y el horror.

Michael es hijo de una adicta y un padre desaparecido o inexistente que tiene que hacerse cargo de su hermano menor, Bug, hijo de su madre y un hombre oscuro cuya presencia pesada y espesa se avizora desde el inicio de la temporada. Esta crianza lo ha vuelto un tipo que no confía en nadie, que no acepta un favor, que siente que está completamente solo en la vida y tiene que mantenerse de ese modo. Es un clásico chico duro de buen corazón como demuestra en la relación con sus amigos y especialmente en la relación con su hermano. Michael es, además, un muchacho grandote, de esos capaces de pegarte una buena paliza a pesar de ser, nominalmente, niños.

Dukie, por su parte, es un perdedor nato, un chico que parece destinado a la mala suerte y la negligencia. Sus padres también son drogadictos, pero a un nivel muy superior y mucho más duro que los de Michael. Drogadictos perdidos, que le roban la ropa y la comida y ni siquiera se preocupan por su higiene o por su salud. Es un milagro que haya llegado a la adolescencia. Y, sin embargo, Dukie es ultra inteligente, sensible y rápido. Podría ser un gran intelectual. Un flacucho, tímido, completamente inadaptado a las calles. Él no pertenece a ese mundo tanto como sus amigos. Es un nerd dentro de un ambiente social muy peligroso y hostil.

La trayectoria de ambos en la serie es espejante y similar. En un primer momento ambos reniegan de ofertas de ayuda, ya sea por orgullo o por vergüenza. Mike se pasa la mitad de la cuarta temporada renegando del negocio de la droga e intentando forjarse un lugar independiente, mientras que Dukie se acerca muy lentamente y con gran pudor a Pryzbylewski, el policía más torpe y desafortunado del mundo devenido profesor. Hacia la mitad de la cuarta temporada, sin embargo, Michael tiene que pedirle un favor a Marlo, el sociópata que ha reemplazado al tándem Bell –Barksdale. Y cuando uno se entromete en ese mundo, ya no hay vuelta atrás. Es venderle el alma al diablo en cuotas y Michael inicia su camino hasta terminar siendo muscle de la operación Marlo (el muscle es el que lleva las armas, el que protege a los vendedores, el que le pega un tiro a las molestias).

Dukie, en cambio, llega lo más cerca que va a estar de emprender el camino de ascenso social burgués. Se destaca, se vuelve un pequeño geniecillo del aula, ayudado por Prez, logra un cierto grado de dignidad. Pero un día sus padres desaparecen así como así y lo único que le queda es mudarse con Mike. Y luego quieren adelantarlo un año, sacarlo de su precario sistema de soporte, quitarle la única figura paterna que tuvo algo de sentido para él.

La cuarta temporada está repleta de padres sustitutos y maestros temporales y es notorio que los únicos que logren convertirse en buenos padres (o al menos, padres efectivos) sean Colvin, con su dedicación a prueba de balas, y Marlo (o, más bien, Snoop y Chris, los matos que instruyen a Michael), quién ofrece a Michael una especialización en el camino más obvio y terrible.

Además, durante toda esta temporada planea sobre los muchachos el espectro de la muerte que cosecha Marlo, de los cuerpos encerrados en casas abandonadas, de las cuales hay millones, dándole a Baltimore el aura de una verdadera ciudad fantasma, de real horror, de ratas detrás de las paredes. Ese monstruo invisible los toca a todos y modifica irreparablemente sus vidas, sobre todo la de Randy, que nunca volverá a ser el mismo.

La quinta temporada encuentra a Michael y Dukie viviendo con un cierto grado de estabilidad, juntos, Mike trabajando para Marlo y Dukie intentándolo aunque sabe que jamás será lo suyo, siendo basureado por todos los otros chicos que trabajan con él. Al mismo tiempo, ejerce de niñera de Bug, en uno de los roles más desvalidos de la serie. El dilema de ambos a lo largo de esta temporada (en la cual ya han dejado muy atrás la escuela) será el cómo salir de las circunstancias en las que se han visto envueltos por sus propias acciones y por el irresistible juego de pinzas de las obligaciones e imposiciones de estructuras más antiguas y devoradoras que ellos.

En quien lo veremos más claramente será en Dukie, que intentará primero perfeccionarse en el mundo de la droga y luego ingresar en el mundo del trabajo, con grandes fracasos en ambos ordenes. Uno no puede más que estar triste, muy triste, y desesperado cuando lo ve practicar con una pistola, intentar aprender a boxear, buscar trabajo y ser rechazado en todos lados por su edad e inexperiencia. Todo se resume en esa escena con el entrenador de box en el que éste, con todo el dolor del mundo, le dice que tiene “otras habilidades” y que tiene que llegar al mundo que está más allá de las esquinas, pero que no tiene ni idea de cómo enseñarle a llegar ahí.
Michael, mientras tanto, comienza a desarrollar una conciencia, y a sentirse incómodo con el accionar de Marlo. Lo que Michael hace para escapar es un tiro por elevación que implica la libertad más pura… dentro del mundo de la droga. Es demasiado inteligente para morir, pero su salvación (su salida) termina siendo, al igual que Omar, funcional al sistema que lo retorció.

El final de Dukie es muchísimo más triste porque no coincide en nada con su promesa y porque, finalmente, todo lo que hace es caerse entre las grietas, desaparecer, volverse una no persona (no es casual que el mismo lugar donde se sitúa Hamsterdam, donde terminan los drogadictos y donde se tiran cuerpos, sean las casas tapiadas, asimilando junkies con cadáveres y desapariciones).

La cuarta temporada empieza con un grupo de niños que se reúnen en lo que parece el patio o pasillo exterior de un galpón abandonado, lleno de escombros y oxido y yuyos, un lugar que exuda abandono y que habla de una ciudad en decadencia que consume todo lo que fue bueno. La última toma de la cuarta es ese mismo galpón, vacío.

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