lunes, 30 de noviembre de 2009



Daikichi Amano es un fotógrafo cuyo trabajo trata sobre mujeres en alegre armonía con diversos seres de la variedad repulsiva. Anguilas, pulpos, insectos, tortugas, serpientes, sapos.

Su trabajo es decididamente extremo y es absolutamente NSFW (y probablemente tampoco es seguro para verlo al lado de gente que aún no cree que somos asesinos seriales.)

Sin embargo las fotos son, como decirlo, casi bellas en su grotesquidad. Cliqueen bajo su propia responsabilidad y ¡feliz inicio de la semana! :D

jueves, 26 de noviembre de 2009

La Biblioteca Inexistente (12).



(Imagen tomada del Flickr de K Stream, que se encuentra acá)

1) El extrañísimo caso de Taman Shud. O como un hombre aparece muerto hace 60 años (!!) en una playa de Australia y nunca se sabe quién es, qué estaba haciendo ahí y como murió. Artículo con el cual inauguramos una nueva práctica de linkear entradas de Wikipedia, solo cuando realmente valgan la pena.

2) Muy simpática entrevista a Umberto Eco donde habla de las listas, su rol como ordenadoras en la cultura occidental, sus intereses que siempre cambian, su increíble biblioteca y la necesidad de organizar las cosas para sentir que le ganamos a la muerte.

3) Excelente reseña del Tetris a cargo de Tim Rogers, donde destaca su condición existencial, su diseño simplicísimo, su ubicuidad, su falta de final y su inescapable muerte como parábolas de la vida misma. Traducido para todos aquellos que deben renegar porque posteamos muchos artículos en inglés.

4) Gran perfil de Sigizmund Krzhizhanovsky, un escritor ruso de ciencia ficción en la veta kafkiana que no publicó nada durante su vida, pero cuyas historias distorsionan la realidad soviética y la exponen tal cual era a través de esos grandes amigos del hombre, la metáfora y la fantasía. Me dieron ganas de leerlo.

5) Quizás sea un tanto esquemático y simplista, pero este artículo sobre las "Nueve Naciones de China" es una linda introducción a un país fundamental en la historia futura y presente de la humanidad del cual todavía (a diferencia de Estados Unidos, por ejemplo) sabemos muy, muy poco.

6) Demostrando una vez más que es un gran crítico musical, Julian Cope nos presenta su Glamrocksampler, una colección de canciones glam de la b, descritas con pompa y humor, cuyo descubrimiento quizás más interesante es que el glam era, por un lado, un intento de retornar a las raíces del rock and roll y, por otro, una música absolutamente comercial realizada, en su mayoría, por viejos músicos de carrera que veían el lingote.

7) Una entrevista con Ralph Eggleston, uno de los diseñadores de Wall-E, donde habla sobre colores, los distintos acercamientos a la iluminación, la importancia de la pantomima para transmitir los sentimientos de Wall-E y otras linduras que serán de gran interés para cualquier process-junkie o aspirante a director de arte fílmico.

miércoles, 25 de noviembre de 2009



Este tumblr se está convirtiendo rápidamente en mi favorito.

Shore Leave



Tom Waits - Shore Leave

¿Los marineros tienen un lugar tan claro en nuestro imaginario popular o simplemente Tom Waits es demasiado bueno evocando imágenes? Porque pocas canciones me hacen imaginarme una imagen tan clara como ésta. Un marinero perdiéndose en la noche de una zona portuaria con el anonimato que le otorga ser por solo un par de días una cara más que nadie va a recordar en un algún punto indeterminado del sudeste asiático, matando el tiempo, tratando de ocultar la angustia con excesos, pero que a pesar de todo no puede evitar pensar en su casa y en la mujer que dejó allá.

Tal vez el mayor mérito de la canción no sea la claridad de la imagen sino la economía de recursos con la que la logra, lo redonda que es la letra, que no tenga ni una línea de más. Y que la canción suene exactamente como esas imágenes. Y el contraste en como Waits termina aullando toda la desesperación contenida en la primer parte de la canción, repitiendo el nombre, diciendo en dos palabras lo mismo que dice todo el resto, "shore leave..."

Well with buck shot eyes and a purple heart
I rolled down the national stroll
and with a big fat paycheck
strapped to my hip sack
and a shore leave wristwatch underneath
my sleeve
in a Hong Kong drizzle on Cuban heels
I rowed down the gutter to the Blood Bank
and I'd left all my papers on the Ticonderoga
and was in a bad need of a shave
and so I slopped at the corner on cold chow mein
and shot billards with a midget
until the rain stopped
and I bought a long sleeved shirt
with horses on the front
and some gum and a lighter and a knife
and a new deck of cards (with girls on the back)
and I sat down and wrote a letter to my wife


and I said Baby, I'm so far away from home
and I miss my Baby so
I can't make it by myself
I love you so


Well I was pacing myself
trying to make it all last
squeezing all the life
out of a lousy two day pass
and I had a cold one at the Dragon
with some Filipino floor show
and talked baseball with a lieutenant
over a Singapore sling
and I wondered how the same moon outside
over this Chinatown fair
could look down on Illinois
and find you there
and you know I love you Baby


and I'm so far away from home
and I miss my Baby so
I can't make it by myself
I love you so


Shore Leave...
Shore Leave...

viernes, 20 de noviembre de 2009

Epitafio

Luego de 3 años y medio de compartir momentos todos los días, todo se ha acabado. Hoy, oficialmente, murió mi querido Nokia 1100. Y aunque suene ridículo, me puso bastante triste.

En la batería indica la fecha que lo compre : Julio del 2006. Luego de años, años, y años de luchar contra el consumismo rampante y la moda de los celulares, las propagandas, y todos mis amigos, desistí. Caí en el primer local que encontré por 18 de julio, puse mi mejor cara de orto y y le dije a la vendedora: "Dame un celular. No importa cual. El más barato que tengas."
Me fui a mi casa con mi 1100. Seamos sinceros: La razón principal para comprarme el celular fue poder comunicarme con ella. Pero desde ahí el teléfono siguió conmigo, en el bolsillo izquierdo del pantalón, junto con las llaves. Todo el tiempo. La relación con ella duró un año y medio hasta que no funciono más para ambos. Meses después me mudé solo. Su alarma me despertó todos los días de ahí en adelante. Mañana me voy a tener que despertar con el despertador del teléfono de línea, y va a ser extrañísimo.
En mi celular anote decenas de telefonos, montañas de recordatorios, correos, direcciones, etc. Lo usaba como mini-agenda, incluso cuando iba a Buenos Aires, aunque el celular no tenía señal ahi. Jugué al snakes con una sola mano, en la sala de espera de cirugía, esperando a la doctora para que me saque el yeso de la otra mano. Su linternita me salvó de más de un apagón.

Llegue a usar mi celular de slide en un par de shows en vivo. Era lo que tenía en el bolsillo.

Con los años, cada vez le agarraba más cariño. Mis conocidos cambiaban de celular. Se quejaban de su funcionamiento. De que consumían mucha batería. De que sacaban fotos en pésima calidad. Que el mini-joystick del teléfono se rompía y se volvía una tranza para poder utilizarlos. Y mi 1100 seguía ahí, y empezaba a tener orgullo de tenerlo conmigo. Pero tardé bastante en saber cual era el modelo de mi celular. Odiaba todo lo que tenía que ver con los celulares, algo quizás extraño para alguien medio nerd como yo. Pero no quería saber de nada. Me había asqueado hasta la medula como la industria nos construyó (a todos) la obligación de tener un celular. Los odiaba. Pero bueno, uno se vuelve grande y se deja de joder un poco.

Un día averigué el modelo y lo busqué en la Wikipedia. Y ahí mi celular me empezó a gustar aún más: Primero, el 1100 fue diseñado exclusivamente para paises en vías de desarrollo. Su sistema de membrana para las teclas esta hecho para que sea resistente a la humedad, al polvo y a la arena. ¡Un celular para utilizar en el Sahara, o en el Amazonas!. Lo otro que leí era aún mejor: El 1100 es el gadget electrónico más vendido del mundo. Más que cualquier otro celular, mp3s o lo que sea. Se vendieron 200 millones de Nokia 1100. Es el Ford T de los celulares. Es la Fender Telecaster del mundo de los móviles.  Totalmente working class. Hace solo lo que tiene que hacer, y lo hace perfecto. ¿Que más puedo necesitar?

En su último año de vida se le empezaron a notar las nanas. No por su funcionamiento, sino que la membrana con los números, por tanto uso, se empezo a borronear, gastar y a tomar un color  amarillento. De a poco, seguir con mi maltrecho y baqueteado nokia dejo de ser algo honroso para ser bueno.. medio penoso. Estaba feo, sucio, gastado. Pero yo ya le tenía afecto. Por unos días tuve unos ataques de "bueno, podría actualizarme y COMPRAR OTRO!" pero nunca logré sucumbír. El teléfono siguió conmigo.

Hasta ayer. Porque me tuve que emborrachar, intentar ver la hora en el teléfono mientras meaba y el celular se cayó por el agujero en un baño turco. La puta madre. Si, metí la mano y lo saque. Seguía andando. Pero como soy medio tarado no lo sequé, solo superficialmente. Hoy cuando me desperté, se había apagado. Lo prendí. Andaba. A la hora se apagó. Mierda. Anote todos los teléfonos en un doc. Ahora prende sólo por unos segundos. Se acabó.

Todavía no se bien que hacer en el futuro próximo. Eso será para otro post. Pero puta que le agarre cariño al bichito blanco de plástico. No fue muerte natural, y no tuvo mucho glamour que digamos, pero su muerte fue en cierta forma, apropiada. Lo guardaré con mis otros recuerdos, o lo enterraré y le fabricaré una pequeña tumbita en su honor. Se lo merece.

Adiós, pequeño amigo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

La Biblioteca Inexistente (11).



(Fotografía de Trevira / Sarah, cuya cuenta de Flickr está aquí)

1) Ex-tra-or-di-na-ria entrevista a David Foster Wallace por su amigote Dave Eggers, de noviembre del 2003. Entrevista escrita (Eggers le mandaba sus preguntas por mail, DFW las imprimía, las llevaba a su casa, escribía las respuestas en su PC sin internet y las mandaba), que demuestra que casi cualquier cosa que el tipo tipeaba era maravillosa. ¡Y donde habla de su desagradable adicción al tabaco!

2) Este artículo lo leí hace bastante, pero vale la pena: una historia de los ascensores, de que están hechos, quien los prueba, cuan seguros son, y que te pasa si alguna vez te quedas atrapado en un ascensor por 41 horas. ¡41 horas de pura diversión y desesperación!

3) Forrest Carter era un escritor que decia tener raíces Cherokees y que escribió uno de esos libros para "jóvenes adultos" que se venden como pan caliente, llamado "The Education Of Little Tree". Lástima que también era un tremendo racista, perteneciente a una rama del Klu Klux Klan aún mas intransigente que la original, que llegó a cortarle las bolas a un hombre y derramar limpiador de pisos en el agujero. He aquí su historia.

4) ¡Una colección de slang hipster de los 50! ¡Ahora podés hablar como un beatnik con barbita candado y boina! ¡Impresiona a tus amigos!

5) Una bellísima disección de los libros de "Elige Tu Propia Aventura" desde el punto de vista del diseño de sistemas y computadoras, considerándolos, en parte, como un precursor del hipertexto y ciertos juegos de video.

6) "100 Cosas Que Los Empleados de Restaurante Jamás Deberían Hacer". Larga lista en dos partes de recomendaciones sobre el manejo de un restaurant, la mayoría de las cuales son indiscutibles y, probablemente, imposibles de poner en práctica exceptuando a los lugares más caros y exclusivos.


Los Inglorious Basterds de Jack Kirby. Dedicado a todos los "masculinamente deficientes" a los que no les gustó la película :D

(en unas horas, nueva Biblioteca Inexistente).
AutoComplete Me, cuando Google se pone un poco creepy de más.
(via)

martes, 17 de noviembre de 2009

A Youth Well Wasted.

1.

No recuerdo exactamente cuándo fue la primera vez, pero sí recuerdo una de las primeras. Tenía un grupo de amigos del barrio que vivían en la otra punta de la cuadra, en una mitad que, para mis 5 o 6 años, parecía tan lejana como Letonia. Eran un grupo de gamberros, más bien, de los que se quedan despiertos hasta bien tarde boludeando en la cuadra, en chancletas y bermudas.

Uno de ellos tenía un Atari. Vivía en una casa aburrida y gris, donde siempre me sentía incómodo y donde había demasiados miembros de una familia para mi mente de chico de familia nuclear de lo más normal del mundo.

Al lado de la casa de este muchacho, un chico al que le decían Turi tenía otra Atari. Supuestamente más moderna. Con más juegos. Recuerdo que me hizo entrar en su casa y me mostró su habitación llena de fotos de mujeres en bikini, cosa que en su momento me asqueó y horrorizó. Yo me tapaba los ojos y enrojecía de la vergüenza mientras él intentaba mostrarme viejas vedettes, de revista Gente o Caras, pelos alborotados con fijador y raíces visibles, mallas enterizas con agujero en la panza o bikini, mucho delineador.

Jugamos a Spider-Man en el Atari y era una especie de mancha insólita que saltaba encima de un fondo perpetuamente igual, perpetuamente igual, perpetuamente igual, de edificios grises con ventanas blancas. En cámara lenta, como parecía todo en una Atari, como si a cada pixel individual le costase lo indecible moverse.
Y mi primera impresión: ¿Qué pasaba que Spider-Man no se parecía en nada al Spider-Man que yo conocía sino que era una masa de cuadraditos de colores?



2.

Año…91 o 92, no lo sé bien. Año fundamental para el crecimiento de mi carácter. El año en que empecé a leer comics. Ese año, mis padres emprendieron su único viaje exótico en los últimos 15 o 20 años. A Venezuela. Caracas. Había un congreso de psicoanálisis. Nos dejaron con nuestros abuelos. Y yo, hoy, a la distancia, me percato del pánico que tenía a mi abuelo, anátomo-patólogo de buen corazón pero formas duras y secas, que creía en la disciplina de manera más fervorosa que mis padres y cuyos comentarios educativos y lecciones me aterraban.

De esas semanas de dormir temprano, comer los vegetales, escuchar sermones con voz férrea y reprimendas insolubles, mi recompensa fue el Family Game que me trajeron mis padres. ¡Un Family Game de Venezuela! Lástima que no haya sido un Family Game bolivariano. En aquella época los venezolanos tenían a su Menem personal, Carlos Andrés Peréz, a quién Chavez intentó derrocar.

El aparato venía con 64 juegos en su memoria. Lo cual era, en aquel entonces, una enormidad de aventuras posibles. El problema: solo funcionaba en una pequeña televisión 16 pulgadas que teníamos en la cocina de casa. Que era blanco y negro. Un problema con la norma. Curiosamente, la única tele que multinorma era la más vieja. Así que, durante tardes enteras me sentaba frente a esa pequeña pantalla, con un grupo de niños a mi alrededor (una regla general del jugador de videojuego infantil y los grupos: el dueño es siempre el que juega el 90% del tiempo, mientras sus amigos miran, es así, no hay modo de ocultarlo, el que pone la máquina domina) jugando cosas como el Contra (nunca aprendí el Konami Code a tiempo, solo llegaba al tercer nivel), Lifeforce, Mario, Antarctic Adventure, Mappy, 1944, Twinbee, Battle Tanks, Battletoads (su legendaria dificultad es muy real) y un juego de aventuras cuyo nombre nunca recordaré (además estaba en japonés) en el cual eras un pequeño espadachín que se metía en cuartos para recolectar armas y matar monstruos.



El día que tuve mi primer Megaman (en su versión japonesa de “Rockman”) volví corriendo tan emocionado a casa que me caí y me golpee la quijada. Compre un juego de X-Men que era poco mejor que el juego de Spider-Man que había experimentado en Atari. Mi primer Castlevania, el original, demostró ser demasiado difícil para mis habilidades juveniles. Sin embargo, en general, tenía pocos juegos realmente buenos, y mucha porquería comprada por la caja o porque la protagonizaba algún héroe de la televisión o el comic. La mayoría de los juegos que disfruté y terminé eran prestados. Supongo que eso les pasa a muchos niños que comienzan a jugar videojuegos.



3.

A los 12 años me regalaron una Mega Drive. En el interim me había vuelto un ávido consumidor de revistas de videojuegos españolas y argentinas. Como en tantos otros ámbitos de la vida, me atraía casi tanto lo que se decía sobre un objeto que el objeto en sí mismo, y me devoraba las reseñas y las guías (por algún motivo recuerdo una guía del juego Flashback, de Mega Drive, que me afectó mucho emocionalmente. Hasta el día de hoy no le he jugado). Era un modo también de experimentar juegos que venían en consolas que yo no contaba con esperanza de obtener. Cuantas veces quise una Neo Geo, pero parecía inadmisiblemente cara, inclusive en Carlitoslandia.

Por esas casualidades de mi complexión mental, que me impulsa a organizar todo en mi cabeza en dicotomías antinómicas, en aquel momento había decidido (del mismo modo que había decidido, un par de años antes, que me gustaba más DC que Marvel y había vendido todos los comics de la Casa de las Ideas a una librería de segunda mano) que me gustaba más Sega que Nintendo. No sé exactamente por qué. Probablemente porque Sega me parecía más desprotegido, el underdog, mientras que Nintendo tenía a casi todos los personajes importantes y además recibía elogios incesantes por cosas como Starfox y Donkey Kong Country. Era la consola cheta, la que tenían los chicos con verdadero dinero que podían pagar sus cartuchos.

El Sega llegó a mi casa un Noviembre caluroso con un solo juego: Mortal Kombat 2, que había visto en los numerosos fichines que asperjaban las calles del centro tucumano y, como a cualquier niño de 12 años que descubre un nuevo grado de violencia, me había impresionado mucho.



[Breve interludio.

¿Hubo alguna época de la vida en que los fichines no fuesen antros de perdición y mugre para las madres y algunos niños impresionables? ¿Donde no circulasen historias sobre drogas y abuso de menores en sus recintos?

Yo recuerdo que esa era la sensación general en Tucumán cuando crecía. Incluso hubo uno que cerró, según se recuerda, porque las acusaciones de venta de estupefacientes eran reales (el edificio continúa abandonado hasta el día de hoy)

Sin embargo, mis padres nunca me impidieron concurrir. Me abandonaban en la zona con 2 o 5 pesos (que en aquella época alcanzaban cómodamente para 8 fichas, un cono de papas fritas y una coca) y me pasaban a buscar un par de horas más tarde. Quizás mis padres eran simplemente irresponsables.

En los fichines conocí Cadillacs & Dinosaurs, todas las sagas de pelea de SNK, el Turtles In Time, el Space Invaders original, el Gal Panic (evidencia suficiente de su sordidez para un niño, hombres y adolescentes desnudando núbiles japonesitas) el Snow Brothers, el Joe & Mac y el Street Fighter. Perdía muy rápido. Cuando era muy chico, pensaba, engañado por las pantallas de prueba, que se podía jugar sin fichas. No me gustaba hacer combates, a pesar de que si cumplía con el rol infinitamente común del “observador”, ese personaje que se para detrás de quien juega, se pone contento cuando gana, se agarra la cabeza cuando le pegan demasiado y, en general, se queda como un maniquí detrás del jugador, que también parece un muñeco de plástico con articulaciones solo en sus muñecas.



Luego, en mi adolescencia, pasaba a jugarme unos morlacos en Marvel Vs. Capcom, House of The Dead y Point Blank, la última edad dorada de los fichines en mi ciudad y en el país entero. Salía de inglés y disparaba a unos zombies o ninjas de cartón. Luego de ello llegó la computadora a mi casa y los arcades pasaron a un segundísimo plano. Ya no eran escasos ni lejanos, de pronto uno podía jugar en su casa con la misma calidad de imagen.

Este año cerró la última gran casa de videojuegos de mi ciudad. Se llamaba “Tic Tac Toe” y durante años subsistió, en un local gigantesco del centro, vendiendo tarjetas recargables en vez de fichas y acumulando gigantescos grupos de adolescentes que se reunían en su puerta para escuchar cumbia. Hoy en día es un estacionamiento, que todavía conserva las pinturas y dibujos de su antiguo negocio en las paredes. ]

Me dediqué a jugar durante tardes enteras y aprenderme cada Fatality, cada Babality y cada Friendship, ayudado por el ingente consumo de revistas especializadas. Luego, armé una galería de personajes bizarros de videojuego, que sólo existía en mi cabeza y que se reunía para combatir el crimen, en un team up inexistente: Boogerman, Vectorman, Earthworm Jim, Sonic…



El Sega fue la primera consola en que recuerdo haber terminado juegos, una combinación de perseverancia típica de la mayor edad y la posibilidad de utilizar contraseñas y guardar el progreso (la ubicuidad de la guardada quizás sea EL avance en la arquitectura de los videojuegos de los últimos 10 años: es lo que permite que un juego se pueda jugar de principio a fin, que sea experimentado como una narrativa o una verdadera aventura y les quita un alto nivel de frustración. Vuelve, también, a los jóvenes despreocupados por la cantidad de vidas. Hoy veo niños jugando y casi que no les importa su energía y, en todos los respectos, la cantidad de vidas se ha vuelto infinita).

Luego, a medida que los años avanzaban, mi Megadrive fue quedando tristemente obsoleta. Se comenzaron a romper los joysticks y los transformadores, la antena ya no conectaba, los juegos se extinguían. El aparato quedo abandonado en un rincón de mi armario, donde descansa hasta el día de hoy, manco, ciego y mudo.

4.

Los últimos encuentros de mi adolescencia se refieren a la tercera generación de consolas y a la posibilidad de la emulación.

Unos amigos compraron la Playstation 1 cuando todavía era una novedad. Yo recién estaba saliendo de la primaria y ellos, una pareja de mellizos masculino-femenina, eran de mis mejores amigos en la escuela de la cual estaba saliendo y a la cual luego odie por mi circunstancial condición de outsider en aquellos años.

Los primeros veranos post-primaria me los pase en su casa, jugando a la Play y desarrollando el gusto por los controles analógicos y el verdadero 3d. Volvíamos de un club de barrio al cual íbamos a la pileta, toda la tarde (donde, nadando 40 largos por día, en un verano entre primer y segundo año, perdí la mayoría de mi sobrepeso) y nos apoltronábamos con los ojos rojos y las extremidades cansadas a beber jugo, comer galletitas y pegarle a los botones. De aquellas épocas recuerdo el Resident Evil 2 (juego infernal, donde realmente todo te daba miedo y la muerte estaba a la vuelta de la esquina), el Crash Bandicoot 1 y 3 (nunca jugamos al dos, no sé porque, pero terminamos ambos y me parecía un gran plataformas), el Midnight Creatures, el Twisted Metal (jamás domine completamente la estrategia de destrucción, pero era un juego jodidamente divertido) y algún que otro juego más. No llegue a jugar, sin embargo, a la mayoría de los juegos que luego compondrían el catalogo más innovador de la máquina de Sony. Mucho beat’em’up y juego de lucha estúpido.



Luego perdí el contacto con ellos, de la manera en que suele suceder: cambiando de grupo de amigos cada unos cuantos años. Quedaron olvidados en su pequeño departamento de la calle Moreno, junto con la Playstation y las bicicletas que utilizábamos para salir a recorrer la ciudad, a veces hasta el cerro, casi todos los sábados. Seguí jugando a la Play, pero en estos casos generalmente solo se reducía a largas maratones de Marvel Vs. Capcom o King Of Fighters (juego que jamás logre dominar a la perfección, cuyos combos siempre me parecieron demasiado difíciles pero que sin embargo me seducía por su amplitud de opciones, por la sensación, siempre evanescente, de que uno de esos personajes tenía que ser el tuyo).



Al mismo tiempo, la adquisición de una computadora causó que, de golpe, pudiese entrar al maravilloso mundo de los emuladores. En ese breve interludio, re-descubrí por primera vez a las máquinas de Nintendo, con especial énfasis en el Super Nintendo y el Gameboy.

En esa primavera adolescente dorada en la cual todavía no me daba cuenta del mucho tiempo que tenía para desperdiciar sin culpa y sin miedo, me dedique intensamente a terminar el Zelda: A Link To The Past, que todavía me parece una de las mejores aventuras que jugué en mi vida, y a darle obsesivamente al Pokemon Red. Nunca llegue a jugar a las siguientes versiones de este álbum de figuritas en forma de videojuego, pero debo decir que los meses que pase recolectando Charizards, Hypnos y Grimers fueron de los más divertidos de ese año. Pokemon tiene algo que justifica su enorme éxito y es que, realmente, su biblioteca de monstruos esta encantadoramente diseñada y tiene una variación maravillosa, que pueden hacer las delicias de cualquier niño con gusto por la naturaleza, los seres míticos o síndrome obsesivo compulsivo.



De este período recuerdo, por último, un juego difícil de calificar de popular: el Actraiser, una combinación extrañísima de God Game y juego de plataformas al estilo beat’em’up en el cual uno jugaba como una especie de Arcángel que debía colonizar secciones de un mundo salvaje para luego mantener a sus habitantes felices y contentos mediante la plegaria, el agua, las plantaciones de granos y los edificios. Creo que lo que más disfrutaba del mismo, justamente, eran las porciones en que se transformaba en un God Game, sobre todo porque era relativamente sencillo, con una cantidad de ítems limitada y un manejo simple de sus pantallas. Nunca llegué a terminarlo, porque su última pantalla se me hizo demasiado difícil.

Luego de eso llegaron las chicas, el alcohol, las drogas y los recitales, y los videojuegos se vieron expulsados durante muchos años de mi existencia. Pensaba que eso era el crecimiento natural de cualquier persona de mi franja etaria, que los videojuegos eran algo que debía quedar en la infancia y la post-infancia. Utilizaba contra ellos el mismo prejuicio que siempre deteste, combatí y nunca adherí de los comics: que eran un modo de expresión que tiene circunscripta su vida útil a un determinado período biológico.

No me daba cuenta que yo pertenecía ya a esa generación para la cual los videojuegos no eran un entretenimiento pasajero, sino que formaban parte del sonido de fondo de nuestro crecimiento. Que ya habían deformado nuestra mente indeciblemente. Que el germen estaba plantado desde aquella Atari.

Lo único que hizo falta fue un instante fuera de guardia, un juego nuevo de plataformas imaginativo, un momento de tranquilidad, la compra de una Play 2 por parte de un sobrino…y las manos se movieron como si estuviesen programadas, como si el joystick hubiese venido estratificado en nuestro ADN. La verdadera frase del siglo XXI es: “Es como jugar videojuegos. Una vez que lo aprendes nunca más te olvidas”.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La Biblioteca Inexistente (10).



1) Una breve historia de la "canuxplotation", el cine de terror, sangre y explotación canadiense, en un sitio dedicado al mismo con muchas reseñas de películas.

2) Fascinante artículo sobre la matemática rusa, su aislamiento característico, su teoría y la manera en que estos dos elementos subyacentes chocan completamente con la idea de la matemática, del conocimiento aplicado y de la competición por puestos y distinciones del oeste.

3) Inmensa entrevista a Andy Partridge, una de las mitades de XTC, en donde dice cosas como, en referencia a la música rock de los años 60, "El lado inglés tiene mucho de canciones de cuna para niños, mientras que el norteamericano tiene mucho de drogas y quema de papeles de enrolamiento... un panorama más desierto y duro con mucha violencia en el mismo"

4) Tremenda investigación sobre la historia de los barrios pobres (y en su gran mayoría étnicos y negros) de ciertas ciudades de Estados Unidos y las enormes consecuencias de un proyecto destinado a destruir estos "projects" (grandes edificios de departamentos) para trasladar a sus habitantes hacia nuevos barrios de una "calidad superior". El resultado: un patrón de crimen que se extiende hacia toda la ciudad y la pérdida de la sensación de comunidad que mantenía a muchas personas en esos antiguos edificios.

5) Tremendo perfil de David Chang, un coreano maniático que se ha convertido en uno de los chefs más importante de Nueva York, y que parece a punto de estallar en cualquier momento.

6) Y, ya que estamos celebrando 20 años de la caída del muro, un simpático artículo de Slavoj Zizek sobre el asunto, en donde delinea algunas verdades del sentido común y resume bastante bien las promesas fallidas del capitalismo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Amigos para siempre

Escuche por primera vez "Album" de la nueva banda Girls un domingo al mediodia, de resaca, mientras limpiaba la casa luego de una fiesta que dejo todo lleno de vasos, botellas, y un pegote impresentable en el piso. Lo escuche entero, y mi primera impresión fue buena. Luego lo seguí escuchando, bastante seguido, sin saber nada sobre la banda y ellos. Me gustó más. Me gustaba que hicieran pop, medio psicodelico, medio indie, bastante inclasificable y sin muchos cliches de estos años. "Album" podría haber salido hace cinco años, o hace diez, o hace quince, sería más o menos lo mismo. Pero por sobre todo, me pareció que habia algo ahí. El pibe que cantaba con esa voz media desordenada, triste y nasal, me parecía por sobre todo sincero.



La Pitchfork le dio a este disco debut el brutal puntaje de 9.1/10, una chanchada que básicamente convierte este disco en una víctima brutal de lo que es el hype, el inflado brutal, el éxito asegurado. ¿Es un puntaje exagerado? Posiblemente. ¿El disco es bueno? Si. Me pregunto cuanta gente no lo escucho simplemente porque se enteró que la pitchfork le dio un puntaje tan alto. Lo cual me parece una estupidez. ¿Desde cuando un puntaje muy alto que le diera alguien es significado de que algo es malo? A lo sumo implica que causa unas muy buenas primeras impresiones. Pero la famosa revista online puso en el 2006 al Silent Shout de The Knife como disco del año (quizás mi disco favorito de la década). Y otros de sus discos alabados a morir, como el Funeral de Arcade Fire, o el Hissing Fauna de Of Montreal, son grandes discos de estos últimos años. Si, la Pitchfork en general apesta y se mandan un montón de cagadas y sus listas tienen cosas vomitivas, pero me parece que juegan más de nuestro lado del campo que otra cosa*.

(además de que ahora entre sus reviewers está Matthew Perpetua, de fluxblog, quizás sea mi blogger favorito, cosa que comparto con Amadeo, pero ta)

Volvamos al disco de Girls. Es un disco de singles, de hits. Estos son 3, los primeros dos temas y el sexto. Son temas increíbles y emocionantes. O sea, veamos que el disco arranca con un tema llamado "Lust for life", lo cual puede causarle diarrea a un montón de melómanos ("eh, que no podes usar ese nombre! es sagrado!!"). Y como empieza esta canción? Con una guitarrita jangly rapidita, y luego entra la voz, acompañado por un tambor y un huevito. Cantando esto:

"oh i wish i had a boyfriend / i wish i had a loving man in my life / i wish i had a father / maybe then i would turned all right"

Podría definir la música del dúo como Pop desesperado. Las letras de Girls son todas muy, muy directas. La metáfora casi no existe. Es un poco chocante, o desagradable, y está lejos de ser mi forma de lírica favorita, pero funciona y es como una parte importante de la propuesta. Todo directo, escupido a la cara, inocencia y pedidos imperiosos de cosas que sabés que no van a pasar.
El segundo tema, "Laura", es un tema bien brit con acordes cayendo en negras, de esos que escuchamos mil veces (a lo Supergrass quizás?), pero que siempre funcionan. El estribillo, otra vez, es sumamente sencillo: "so touch me i'm right here / and i don't want to fight anymore / i really want to be your friend forever, friends until the end of the world". De nuevo: funciona porque el cantante, con esa voz como si fuera un Elvis Costello que se empastilló demasiado toda su vida, es muy creíble.  Da la sensación de que el flaco ese esta mal.

"Hellhole Ratrace" es la canción que más fue mencionada del disco debut. Y muy justificadamente. Es de esas canciones que a mi siempre me pueden, épica y durando casi 7 minutos, una melodia de voz muy cuidada, que cae como en una espiral cromática, con una coda tristísima que repite en loop:"and i don't wanna die / without shaking up a leg or two / yeah, i want to do some dancing too / so come on, come on, come on, come on, dance with me.". La batería nunca entra, solo una percusión. Esta todo ligeramente desfasado, una decisión estética que se mantiene en todo el disco. Es un efecto de producción, un pequeño truco del lo-fi que a mi todavía no puede cansarme, borronear los instrumentos, que suene todo pegoteado.

De el resto del disco, me gusta mucho "God Damned", y la elección de reducirla a voz, acústica y una percusión mínima, cuando podría ser un tema rockero perfectamente. Y me puede la forma morbosa en que pronuncia "oh yeah" y "all right". "Big Bad Mean Motherfucker" es un rock n' roll bien tradicional pasado por mucho fuzz, como hicieron los Yo La Tengo en su versión de Little Honda de los Beach Boys. En otros temas no pasa mucho, como "Headache" o la shoegazera "Morning Light". Otros están muy bien, "Ghost Mouth", y el final de "Summertime" con ese rasgeo solitario y ligeramente desarmado de guitarra que cierra el tema, con pifies y extraños cambios de tiempo.  En fin, un álbum muy escuchable, y con un puñado de canciones emocionantes. Bastante para un disco debut de una banda nueva, lástima que tengan pinta de hipsters y algunos sitios les hayan dado críticas encandilantes.

Girls - Album

* No pude evitar la metáfora futbolera. Ese trabajo me esta matando.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Paseando por Internet

(si, sigo aquí)

Aquí algunos links, que no son precisamente artículos para leer (aunque algunos sí) que encontre Online en estos días. Si, alguno quizás podría ir para La Biblioteca Inexistente, pero no se. Esto es diferente.
(creo)

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Primero, considerando que algunos aún no lo saben, Volvió Kill Your Taste. Si, el blog semi-zombie de Martin V. Cánova, con ya 3 posts en las últimas 2 semanas, muy buenos, sobre el arte, la política, e inglorious basterds. ¿Recuerdan cuando escribía esos mails con los discos que escuchaba por mes y los enviaba a su enorme lista de contactos? O las peleas de costa a costa en SoyJhohnnyRotten? Bueno yo sí. Ah, y no linkeo a los artículos porque es uno de los pocos blogs en el mundo que terquea con no tener permalinks a cada uno de sus artículos. Pero igual los posteos están ahi. Vayan y lean.

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Parece que un tal Dustin Curtis, blogger y diseñador de interfaces, escribío una larga crítica al sitio web de American Airlines, diciendo que era simplemente espantoso, poco amigable, y que fue una tranza insoportable conseguir pasajes. A los pocos días, le llego un mail de uno de los diseñadores de American Airlines mismo, agradeciéndole por la nota, que estaba de acuerdo con todo, y explicándole como era la situación en la empresa, etc. Dustin, muy interesado y entusiasmado por el correo, lo publica y comenta acerca de el.
Dos horas después, el diseñador de American Airlines es despedido, así, de una. Básicamente, lo echaron por hacer demasiado bien su trabajo. Por preocuparse por la imágen de la empresa, contestarle a un cliente insatisfecho. Y lo rajaron al carajo. Bien ahi che.
Pero más interesante quizás es el resto el resto del blog de Dustin, que parece un tipo muy inteligente, con ideas claras y con el cual comparto bastantes gustos. Quizás tiene un punto de vista medio 'empresarial', pero es una persona muy aguda, especialemente para su corta edad (unos 22 años). Tenemos por ejemplo esta nota, acerca del elaboradísimo sistema de parlantes para musica incidental de Disney, diseñados precisamente para que nunca sientas que el volumen suba o baja. Me encantan esas cosas.

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El blog comunitario Metafilter cumplió 10 años hace poco y sigue siendo de mis lugares en Internet favoritos. Un ejemplo: Este enlace acerca de como los niños le inventan nombres a cada pieza de legos, cada uno inventando su propio lingo, extraño y encantador. Entre la marea de comentarios, encuentro esta pequeña historia, sobre un usuario que sigue guardando sus Legos para que sus hijos en un futuro jueguen con ellos:

"My sister and I had the kick ass collection of legos growing up. When we moved out and my family sold the old homestead, I literally had to drive 4 hours overnight to rescue the giant bin that mom was "just going give to the neighbor kid since you guys aren't using them for anything." Over the past 20 years, I have hauled that thing from coast to coast, probably through 10 different living spaces. My son is now 6 months old. I figure I've got about four more years to go. Sometimes when my boy's asleep I just open up that giant plastic box and run my fingers through the pieces."

martes, 3 de noviembre de 2009

La Biblioteca Inexistente (9).



(La semana pasada no hubo porque estaba de viaje. Lo siento, c'est la vie, etc.)

1) Intrigante análisis de Mad Men, desmantelando su aparente verosimilitud, rescatando sus virtudes de guión y caracterización y situándolo dentro del contexto de las "mega-películas", como parece que se llaman ahora las series en las cuales nos hemos enganchado sin salvación en los últimos años. Lo interesante es que antes que rescatarlas como "la nueva forma superadora del arte narrativo televisivo", su autor, un tal Benjamin Schwartz, sencillamente las define como la forma más perfecta de entretenimiento norteamericano y las analiza con sobriedad, evitando la pompa innecesaria.

2) Excelente, excelente, artículo sobre la serie de novelas de "Lord Horror", escritas por David Britton y Michael Butterworth, una especie de "Naked Lunch" pero en una Inglaterra repleta de nazis. Suenan irresistibles, pero están fuera de imprenta y son dificilísimos de conseguir. De cualquier modo el artículo contiene suficientes citas y explicaciones como para dar ganas de remover aire y tierra por ellos.

3) Deprimente artículo (al menos para mí) sobre la profesionalización de la academia, el estado actual de las humanidades, el duro camino hacia la sobre-preparación y las escasas oportunidades de trabajo en el sector que produce el conocimiento. Extracto de un futuro libro de Louis Menand.

4) "Como Vivir son $500.000 Dólares en un Año", sumamente atrapante análisis sobre los gastos de F. Scott Fitzgerald entre 1920 y 1937, con especial énfasis en los años 1923 y 1924. Suena frío, lo sé, pero es interesantísimo ver que, realmente, su reputación de gastador empedernido se la tenía ganada a pulso y que muy pocos escritores contemporáneos pueden aspirar al dinero que ganaba el hijo de puta.

5) El manifiesto futurista de Luigi Russolo, "El Arte del Ruido", de 1913, cuyas ideas se han considerado precursoras de la música electrónica, el noise y el concepto de música eléctrica en general. Además, influyente en el nombre y concepto de ZTT, Art of Noise y Frankie Goes To Hollywood!

6) Un breve pero jugoso artículo sobre las rivalidades políticas en los clubes italianos, en donde uno confirma su apreciación como fascista de muchos de ellos, pero también conoce al Livorno, donde el Che es un ídolo y cuyas hinchadas parecen furiosas y terribles. (via)


Eric Lusito saca fotos de viejos edificios públicos comunistas abandonados, desde bases militares y espaciales a escuelas y sedes de entrenamiento cívico y suscita la inescapable sensación de que en unos cuantos años el experimento en ingeniería social más grande del siglo XX, muy probablemente, sea sólo una memoria en extinción, como la totalidad de los planes cuidadosamente concebidos de los hombres y los ratones.

domingo, 1 de noviembre de 2009



1- Es raro que no se haya escrito más sobre Rocket or Chiritori. Es una de esas cosas que les encantan a los periodistas porque ya vienen con un paquete de detalles que les permiten llenar líneas sin agregar nada. Puedo imaginármelos repitiendo ad infinitum y sobrevalorando sus particularidades extramusicales, o sea, que es el proyecto de una chica japonesa, Satoko Shibahara, que grabó sus dos discos más o menos a los 17 años antes de dejar la música para concentrarse en el estudio.

2- El problema es que Rocket or Chiritori fue apenas un destello en la escena japonesa de finales de los 90s que no llegó a brillar lo suficientemente fuerte por encima de la luces de la por entonces efervescente escena de Shibuya. Apenas un puñado de singles y EP's y ya había desaparecido antes de que alguien lo notara.

3- Aún si alguien lo hubiera notado la verdad es que no era un producto fácil de vender y apto para todo público como el que salía de la escena bautizada por el barrio más hip de Tokyo. Lo de Satoko era el pop kawaii pero de la forma más amateur y lo-fi posible, una estética D.I.Y. posiblemente heredada del under norteamericano.

4- Los dos discos, que suman entre ambos menos de una hora de duración, son hermosos.Un pop dulce y melancólico que se deja adivinar entre las capas de textura y significados que aportan el tape hiss, el mal sonido y la despreocupación ante la desprolijidad. Las melodías son como el núcleo solido de algo más grande, formado de la suma de un montón de factores que hacen que sea tan particular, que suene inmediatamente reconocible y extrañamente único.