viernes, 25 de noviembre de 2011

Apuntes teóricos



Cada vez leo más artículo que directa o indirectamente hace referencia a cómo es que el Internet, o más bien nuestra vida on-line, ha venido afectando otros aspectos de nuestra vida off-line

Algunos de los más interesantes son los que se refieren al impacto económico que está teniendo. No solo en la forma más conocida, la que se refiere a las empresas cuyo campo de acción está directamente insertado en el Internet, y que son de las que escuchamos casi siempre, Google, Facebook, Amazon. Tampoco por la forma en que el mayor tiempo conectados ha afectado a las industrias ya establecidas, con la aparición de nubes de datos y nuevos tipos de comercialización, por ejemplo. Lo verdaderamente interesante es la manera en que las nuevas costumbres adquiridas en el ciberespacio están teniendo un impacto en la realidad-real. Esto es lo que explica, según los artículos, la aparición de una industria multimillonaria en torno a la propiedad compartida de casas y autos, al couchsurfing, e incluso a préstamos directos sin pasar por el sistema bancario, cosa impensable hace solo unos años, pero completamente intuitiva para quien ha crecido en redes sociales. Como es intuitiva la existencia de una sociedad horizontal, en Red, piedra angular de la organización de los diferentes Movimientos de Ocupación que tanto salen ahora en las noticias.

Más interesante podría ser estudiar cómo es que la tecnología ha ingresado en nuestras vidas diarias. Como decía Eze, dentro de poco vamos a dejar de tener muchos aparatos diferentes para pasar a tener un “coso” multipropósito, y este va a estar, por supuesto, permanentemente conectado al Internet, y ahí chatearemos, y leeremos y haremos amigos y guardaremos recuerdos, nos enamoraremos y putearemos cuando sea conveniente a quien sea conveniente, o porque sí. Me encantaría ser lingüista o antropólogo o sociólogo, y escribir tesis o papers sobre los códigos de comunicación, esas hermosas mutaciones del idioma que van surgiendo y muriendo según quiere la selección natural, hasta formar, con sus detritos virtuales, estratos geológicos de memes, emoticones, comentarios-en-azul y mefirmás.

Pero lo que yo más quisiera es encontrar como es que la realidad nueva se manifiesta en el arte y en la cultura. Más allá de los medios de transmisión o de las estrategias de distribución, ¿cómo es que esta vida de oversharing está cambiando nuestras novelas, películas o canciones?

La idea original para este post se me ocurrió más o menos en abril, cuando hojeaba un libro de arte que hablaba de la época en que la Modernidad devoró Occidente a finales del siglo XIX y principios del XX. Lo bacán era la estructura del libro: no seguía ni un orden cronológico ni uno disciplinario, sino más bien uno temático. Un capítulo, por ejemplo, hablaba de Metamorfosis, y ponía como ejemplos a Kafka, pero también a Stravinsky. Otro hablaba del impacto de las nuevas tecnologías en la pintura futurista y en el cine de Chaplin y Fritz Lang. Y así, y así. Traté de buscar ejemplos más concretos, pero hoy día que fui a la librería la encontré cerrada, desmontada, y con cajas de libros desparramadas en el suelo.

He estado pensando al respecto, y se me han ocurrido algunas características comunes que podrían tener estas obras, una suerte de checklist que tendríamos que revisar y perfeccionar, después de todo el primero que se me ocurre es:

  1. Autoría múltiple: Yendo en contra de siglos de depuración que han hecho que cada vez el autor tenga mayor visibilidad (y que ha hecho de las novelas especializadas en mirarse el ombligo algo de todos los días), el Internet ha sido el lugar ideal para que surjan proyectos en los cuáles no es lo que haga uno lo que importa, sino más bien lo que hagamos todos juntos sumados. Wikipedia se me ocurre como el ejemplo más claro, pero hay otros: el consenso de Yelp dejando sin trabajo a los críticos gastronómicos, el work-in-progress que son los tumblrs especializados en memes. Es como volver a la época en la que las historias se iban armando de a poquitos hasta formar mitologías. Difícilmente vamos a ver pronto sagas o algo así (y si las vemos, serán de lolcats), pero las condiciones ya están dadas.

  2. Liquidez: Hace poco leí este concepto cuando alguien colgó una entrevista al sociólogo polaco que lo planteaba, Zygmunt Bauman. El viejo hablaba de cómo los movimientos de indignados solo conseguirían cambios superficiales porque, como a casi todo, les faltaba solidez: no estaban anclados en ninguna estructura de pensamientos. Creo que ese es el principal problema que tenía The Social Network: contaba cómo fue creado el Facebook, pero no hablaba de, y mucho menos lograba hacer sentir, el gran cambio que han conseguido las redes sociales en nuestras personalidades, que se han vuelto mutantes, líquidas. Un día podemos ser de cierta manera pero, ya que la mayoría de nuestras relaciones son ahora indirectas, están tamizadas por la red, es muy fácil que haya un cambio de personalidad. ¿Cómo reflejar esto en la ficción?

  3. Simultaneidad: Multitasking, que le dicen. ¿No les ha pasado que cada vez están viendo más cosas a la vez y que, como si fueran un procesador, empiezan alguna, la dejan a la mitad, comienzan otra, luego regresan a la primera, pasan a una tercera, y así sucesivamente, hasta que les falla la memoria RAM? Al menos a mí me pasa eso cada vez que abro el Chrome y empiezo a leer mi Reader, ver algún video en Youtube y huevear en el Facebook. Creo que esta sensación de simultaneidad va a tener que traducirse de alguna manera en alguna plataforma artística. Lo más cercano que se me ocurre ahorita es lo que hace Girl Talk, y en general todo el mash-up.


  4. Hipertextualidad: Que para mí tiene algo que ver con la simultaneidad, pero no tanto. Es como esas veces que entras a Wikipedia y empiezas a darle a los links y a leer otras cosas, no las que empezaste. Me imagino una novela o una película donde serían las palabras claves las que funcionarían como vasos comunicantes a otras escenas del mismo mundo. Quizás funcionaría mejor, incluso, en un videojuego, el que para mis compañeros de blog ya es de todas formas el arte narrativo del nuevo siglo. Pero, ¿por qué no en una novela o un comic que utilice las nuevas plataformas? Igual que para Proust los olores le traían recuerdos, bastaría hacer click sobre una idea, o sobre la descripción de la sensación de un personaje, para que nos lleve a la narración de ese recuerdo, o alguna escena que también funciona así. ¿Y cómo aplicarlo a la narración tradicional

  5. Mutación gramatical: De este sí he visto ejemplos en novelas de la década pasada, específicamente en Cloud Atlas, de David Mitchell, y A visit from the Goon Squad, de Jennifer Egan, que reflejan como la interacción por computadoras y mensajes de texto puede cambiar la forma de escribir y la forma de hablar. Los errores pasan a ser las nuevas reglas, la manera correcta de escribir. En el caso de Jennifer Egan va un poco más allá: sus personajes del futuro cercano solo pueden expresar sus sentimientos a través de mensajes de texto, nunca cuando se hablan cara a cara. Incluso cuando están sentados frente a frente, conversando, cuando necesitan decir algo personal lo mensajean.

3 comentarios:

Matías dijo...

Gran post gran. Diste en la tecla de cómo las mutaciones tecnológicas pueden incidir en la cultura y el arte (y en las subjetividades, por qué no). Muy bueno, saludos!

Ezequiel dijo...

Esta bárbaro esto. En lo primero que pensé es en el furor de los Art Games en los últimos años, que juegan con un montón de los conceptos que vos jugas, tratando de romper y torcer reglas y conceptos que uno tiene asumidos con lo que respecta a narrar una historia. Es muy interesante y es un terreno donde todavía hay mucho que explicar.
Y los libros hechos online por muchos autores ya existen hace tiempo, yo creo que lo interesante va a ser cuando ya ni siquiera veamos el autor de un libro y no nos importe (lo que nos pasa cuando leemos la wikipedia, ponele)

Colifloressecas dijo...

claro claro, pero creo que estamos acostumbrados a la idea del autor como lo más importante, al fin y al cabo son siglos de costumbre.

quizás hacia lo que deriven sea más bien a una especie de "director de orquesta", como los creadores de series de TV, que organizan muchas mentes creativas para contar una sola historia. así, pero más entrópico