martes, 24 de mayo de 2011

Return to Innocence




Mientras que los problemas raciales ya no parecen ser centrales a la mayor parte del rap negro, el punto más importante de Das Racist es su variación de las dinámicas raciales habituales del hip hop. Das Racist es después de todo una banda conformada por dos hijos de indios y un latino portando nombres como Himanshu Suri, Víctor Vásquez y Ashok Kondabolu y aunque usualmente no usan beats muy sofisticados sus rimas son geniales. No quiero igual hacer una introducción a la banda ni dar muchas explicaciones sino hablar de esta canción en particular. Tal vez algunos recuerden otro tema con el mismo nombre y van a entender por qué se llama igual cuando lo escuchen y noten sobre qué está construido el track. A muchos que el nombre no les diga nada posiblemente vayan a reconocer la base del tema de alguna propaganda de Greenpeace o algo así. “Return to Innocence” de Enigma.

Enigma era un proyecto del rumano Michael Cretu que tuvo mucho éxito allá por principios de los 90s con una mezcla inmunda de cantos gregorianos, world music y europop berreta. Es una de esas cosas que uno realmente no se puede imaginar que haya existido una época con los factores correctos para que sea exitoso, pero existió. Como todos estos productos new age/world music una de las ideas implícitas más importantes era un racismo romántico que consideraba que había algo inherentemente espiritual en la música folklórica étnica (donde étnico significa “de gente que no es blanca y no vive en el primer mundo”) porque otros pueblos más pobres y más privados de los bienes del capitalismo en realidad son más puros y viven más cercanos a la Madre Tierra. Mientras el consumismo crecía día a día y los yuppies eran el modelo a seguir se alzaba esta visión romántica del tercer mundo y su pureza como algo de lo cual había que aprender, al mismo ritmo que la ecología, la falsa preocupación por la situación en África y la crítica a nuestra sociedad, su velocidad y la forma en la que el hombre estaba destruyendo la naturaleza; todas ideas que por supuesto se popularizaban entre gente que jamás estaría dispuesta a cambiar su estilo de vida. Vale aclarar que estas ideas todavía tienen una continuación directa pero esa es otra historia.

Das Racist en este track toma ese pasticho étnico y después de usarlo un rato como base para rapear, se burlan tatareándolo encima como por tres minutos. Las rimas de este track no dicen nada sobre cuestiones raciales pero la intención cuenta más que mil palabras. Son tres personas provenientes de minorías raciales tomando un tema supuestamente étnico hecho por blancos para blancos y recuperándolo para ellos como parte de uno de sus discursos habituales: la insensibilidad de los blancos bien intencionados pero racialmente confundidos que intentan no ser racistas pero para los cuales toda la gente de piel oscura es intercambiable y más o menos lo mismo (ver los temas “Shorty Said” y “Puerto Rican Cousins”). Y para probar su punto alcanza solo un detalle: la mayoría de la gente que se emociona con el tema original de Enigma siempre pensó que el sample vocal es de un canto nativo americano, pero es en realidad un cantante de música tradicional china. Pero es más o menos lo mismo, ¿no?

viernes, 13 de mayo de 2011

Esta nota de Rolling Stone sobre la actualidad de Billy Corgan publicada hace un tiempo atrás es menos interesante por sí misma o por el insoportable personaje que retrata que como diágnostico y clausura de varios de los mitos de los noventas. Corgan aparece como un personaje ridículo y vergonzoso, auto-paródico. Llora sobre el lugar que se merece en la historia del rock y que no se lo reconocen, habla sobre sus creencias espirituales new-agers y el libro sobre espiritualidad que está escribiendo, parece un loco paranoíco cuando habla del fin del mundo y el 2012, comenta sobre sus relaciones con Sasha Grey, Tila Tequila y Jessica Simpson, le saca el cuero obscenamente a sus ex-compañeros de banda y demuestra constantemente tener una imagen distorsionadísima de sí mismo que nadie en todo el mundo comparte. Pero lo mejor de la nota no es ninguna de las payasadas de Corgan sino la única intervención del baterista Jimmy Chamberlin, que se bancó al pelado infame durante todos los 90s (¿alguien se sorprende que se haya vuelto adicto a la heroína?) y que fue el único miembro original que se sumó a la reunión reciente de Smashing Pumpkins hasta que Corgan lo echó, y que da en unas pocas líneas una explicación lúcida y contundente de su punto de vista:

"En el medio de la última gira, Billy decía que era culpa del agente, después que era culpa de la banda, después que era culpa de los fans. (...) En el gran esquema de las cosas realmente ya no mueve mucho la aguja. Es un par de discos de oro y un poco de plata. ¿A quién le importa? Tengo mujer e hijos, soy completamente feliz. La música es una parte tan pequeña de la vida de la gente hoy en día. La gente ya no se sienta a mirar las tapas de los discos y pensar en Kurt y en Billy como en los noventas. Odié tanto a los noventas"

martes, 10 de mayo de 2011

Cherish The Light Years


Wes Eisold recorrió un largo camino desde los primeros lanzamientos de American Nightmare hasta el nuevo disco de Cold Cave. La evolución fue larga y lenta pero clara. Del hardcore brutal y elemental de American Nightmare/Give Up The Ghost en el que destacaba la poesía de sus letras al hardcore más experimental, matemático y cercano al grindcore de Some Girls; de ahí curioso y un tanto fallido híbrido de hardcore y rap que fue XO Skeletons y al proyecto efímero Ye Olde Maids. Con XO Skeletons era bastante claro que se estaba alejando de la escena hardcore casi definitivamente, pero Ye Olde Maids fue la confirmación. Ahí aparece todo lo que eventualmente sería Cold Cave: canciones oscuras con sintetizadores, con toda la misma angustia de antes pero sin nada de la ira. Era despolijo y atonal, casi nada sonaba como una canción terminada, se le veían las costuras por todos lados, le faltaba un poco de foco, pero Eisold había encontrado una nueva forma que ya no abandonaría. No es difícil imaginarse qué atractivo pudo haberle encontrado a los sintetizadores, después de todo Eisold, nacido sin la mano izquierda, que comentaba en entrevistas cuán frustrante era para él hacer música pero no poder tocar un instrumento, que contaba como de chico soñaba con aprender guitarra hasta que le avisaron que con una sola mano no se puede, estaba por primera vez ocupándose de la instrumentación y componiendo los temas en su totalidad por sí mismo. Después de otro compilado de temas sueltos ya con el nombre de Cold Cave (Cremations, un poco más prolijo, con algunas canciones propiamente dichas) terminó de pulir su sonido gracias a la inclusión en el proyecto de otro músico en plena evolución, Dominick Fernow.

Fernow recorrió una ruta donde el cambio fue más sutil pero igual de constante. Empezó por los comienzos de la década pasada blandiendo sobre el público su propia variedad de harsh noise particularmente brutal. Tocaba en vivo, usualmente en cueros, con una violencia e intensidad notables, parado adelante de los amplificadores con un micrófonos en cada mano que usaba para generar breves pero estremecedoras explosiones de feedback. Esta modalidad lo llevó al centro de la escena noise norteamericana pero pronto empezó a cambiar, a ajustar su imagen, se cortó el pelo, dejó de andar en cueros y empezó a usar camperas de cuero, y más importante, empezó a tocar con sintetizadores en vivo. Su sonido se volvió más sutil, menos violento,  más preocupado por los timbres, las texturas y la atmósfera. Por eso aunque su obra previa a Cold Cave contrasta todavía más que la de Eisold, es dificilmente sorprendente.

En el 2009 un Cold Cave conformado por Eisold, Fernow y Caralee McElroy (ex-Xiu Xiu) editó Love Comes Close, posiblemente el disco que más me gustó de ese año. La combinación justa entre canciones perfectas de synth pop oscuro y noise. Las pegadizas líneas de sinte invitaban a bailar mientras gravitaban sobre bases de ruido que le agregaban a las canciones todo un nuevo nivel de contradicción y significado evitándoles caer en ser canciones puramente pop, eran como destellos de color sobre un fondo gris. Mientras la voz grave de Eisold cantaba letras de angustia, desesperación, enfermedad y desolación. Era una combinación ideal, la música perfecta para (parafraseando a Eisold en un tema de Give Up The Ghost) “bailar al son de todo lo que perdiste, al son de la miseria de tu vida”.

Cherish The Light Years, el nuevo disco de Cold Cave (sin Caralee y con Jennifer Clavin de Miko Mika en su lugar) hace un salto desde Love Comes Close comparable al que ese disco hizo con respecto a Cremations. Eisold parece estar recorriendo la música de los 80s cronológicamente y si en el anterior disco la principal influencia era el synth pop, en este parece ser el new pop. La oscuridad de los otros discos casi desapareció el ruido ya no está, los sintetizadores suenan limpios y estridentes, la desesperación y la angustia existencialista de las letras de Eisold dieron lugar a otras emociones más diversas y hasta se indulge en momentos de melodrama del tipo Morrissey (“I feel guilty being alive/when so many beautiful people have died”). Hay guitarras y bajos y baterías no sintetizados. ¡Hasta hay una trompeta! Es un disco casi alegre. Ya no existe esa contradicción, esa tensión en las canciones que se debatían entre el baile y la desesperación, este disco es pop sin culpa. Al mismo tiempo eso lo hace un poco menos interesante y Cherish The Light Years es un poco menos redondo que su predecesor.

Por sobre todo el disco se siente como el cierre o la apertura de una etapa; como si Eisold hubiese hecho las paces con algo, no sé muy bien con qué. El tema que abre el disco “The Great Pan is Dead” es una conmovedora canción realizada con una sensibilidad y una sensación de grandiosidad y epicidad hímnica totalmente nuevas para él. Dice que esta canción está dedicada a toda esa gente que extraña y que sabe que posiblemente no vaya a ver nunca más en su vida. También dice que llegó a un momento de su vida en el que ya está grande para avergonzarse de sus emociones y que este disco es una carta de amor al camino que lo trajo a este momento de su vida. Dice que pasó los meses previos a la grabación recorriendo ciudades en las que vivió y lugares de su pasado para sumergirse en la nostalgia y no me sorprende. El disco suena a algo así.

El otro gran tema del disco es “Catacombs”, el tema que mejor pone en práctica sus influencias new wave y el más abiertamente pop del disco. Con un beat de batería saltarín y unos sintetizadores prístinos que parece sacados de la banda de sonido de una película de John Huges, Eisold se pone al nivel de la situación y ya no canta con la voz grave y fría de antes. Al contrario su voz suena sensible y emocional y le dice con añoranza a alguien “yo sé que estoy enterrado en algún lugar ahí abajo, en las catacumbas de tu mente [...] y cuando la lluvia ácida inunde tu cerebro, voy a aparecer” y se regodea en la hipérbole autocompasiva cuando pregunta “¿recordás cómo te mudaste y nunca volví a escuchar de vos? A veces finjo que un día vas a volver por mí y esa es la única razón por la que todavía soy parte de este espantoso decorado”.

Hay momentos en los que se extraña la voz de Caralee y hay otros en los que se nota que un disco con estas pretensiones necesitaba otro tipo de producción, que necesitaba un sonido más amplio, más limpio, más ampuloso, que le falta exuberancia, como que la sensibilidad de las canciones se queda corta por la insensibilidad de la producción. Es de cualquier manera un gran cambio para la banda y si este disco es realmente el comienzo de una nueva etapa entonces sólo nos queda esperar a ver qué hace Eisold una vez que se acostumbre y se sienta cómodo en este nuevo papel y le termine de tomar la mano a los nuevos trucos que aprendió.