lunes, 11 de febrero de 2013

Blackest Ops.



Zero Dark Thirty, sobre la cual sigue librándose una embravecida batalla sobre su significado ideológico, es una película mucho más inteligente y mucho más difícil que lo que la crítica parece haber percibido.

Antes que cualquier cosa: Zero Dark Thirty, cinematográficamente hablando, es una gran película. Es una película filmada de una manera cruda, temblorosa, cortante. Los colores y las imágenes transmiten una sensación continua que se divide en concreto y desierto. Es una película que prescinde casi absolutamente de los azules, los verdes, los rojos para concentrarse en los marrones, en los grises y sobre todo en los negros. Es una película filmada con un pulso magistral, con una actitud “cero-mierda-y-florituras”. De una manera militar pero también (sobre todo) mecánica, muscular. Sostiene el suspenso de principio a fin (bueno, quizás le sobran 20 minutos hacia el final, pero se perdona) y Jessica Chastain está muy bien como esa fachada impenetrable que parece no ser afectada por lo que hace y la rodea hasta volverse ella misma un arma.

El conflicto se presenta cuando varios de los comentaristas habituales comienzan a ver en ZDT un “vibrante alegato a favor de la CIA como héroes de la democracia norteamericana”. La miopía de la crítica de cine actual es tal que sus anticuadas maneras de ver películas de forma maniqueas se imponen. Creo que en toda la película la palabra democracia (o “defender la democracia” o “somos luchadores por la democracia” o cualquier cosa por el estilo) no es mencionada ni una sola vez. Ver a ZDT sencillamente como una película de propaganda de la peor calaña es ser miope y terco. Quizás sea una película pro-militar o pro-agencias de inteligencia, pero también es mucho más inteligente que solamente eso. Alguien mencionó que era una película que mostraba la violencia de forma asimétrica, que todas las escenas de violencia y destrucción son únicamente las que muestran los atentados islámicos que “destruyen Occidente”. Esto, en una primera mirada, parece ser rigurosamente verdad. Pero una vez que lo pensamos un poco más nos metemos en el punto más complicado de la película: su representación de la tortura.

La tortura es presentada en la película como una cosa natural, como un hecho, como una herramienta inclusive útil. Hay algo de esta representación que es obviamente chocante y que descoloca pero no es justamente su horror. Lo que espanta es justamente su naturalidad. ZDT por un lado dice “si, ésta es la manera en que combatimos ésta guerra, la cual es inhumana y está por fuera de cualquier etiqueta tradicional de combate de guerra, pero nosotros fuimos lo suficientemente estúpidos para meternos en un conflicto infernal entonces ahora tenemos que aceptar las realidades de esta nueva etapa bélica en la que estamos inmersos”. Así como no hay un ocultamiento de la tortura, tampoco hay precisamente una glorificación. Y presenta a norteamericanos golpeando, maltratando, atormentando a poblaciones locales de una manera igualmente insidiosa, destructora del espíritu y salvaje que los atentados. Estas escenas, junto con la totalmente asimétrica y desmesurada operación contra Bin Laden son las únicas violencias que se muestran de norteamericanos a musulmanes. Y me parece que no los dejan muy bien parados. El problema es que la película no denuncia, no se hace ninguna ilusión con respecto a estas prácticas y su cambio. Y esto es algo que parece ofender muchas sensibilidades.

En segundo lugar, la película jamás presenta a los agentes de la CIA como “héroes”. ¿Como personas quizás fascinantes y con habilidades pulidísimas? Si, por supuesto. Pero el film muestra como esas mismas habilidades, esa dedicación a su trabajo, esa separación elegida de la normalidad, esa ejecución de acciones terribles los han vuelto, antes que personas, herramientas. Maya es una flecha desesperadamente apuntada a un blanco que quizás nunca alcance. Es sencillamente un autómata, que forma parte de una maquinaria más grande, que ha abandonado cualquier vestigio de humanidad o empatía a cambio de una misión. Sus interacciones solo se producen dentro del trabajo. No hay ninguna escena donde no esté contenida en algún tipo de edificio o estructura gigantesca que la rodea. Incluso cuando está en el desierto, parece contenida, arropada por el desierto, en su inmensa soledad. No tiene pasado (la escena en la que el jefe de la CIA le pregunta por las razones de su elección para la agencia y ella simplemente le contesta que es algo que no tiene la libertad de discutir) ni futuro. Es un personaje muy triste, vamos.

Y, finalmente, debajo de su aparente bombasticismo norteamericano, en la película serpentea una extraña fascinación con el mundo musulmán, con su espíritu de lucha, con su resistencia inexplicable. Quizás esto es algo que solo yo haya visto, pero, no sé, la escena en que ella vuelve de la calle vestida con una burqa, la única manera de conseguir comida a altas horas de la noche; la escena en que otro de sus superiores reza mirando a la Meca, rarísima porque está filmada con un extraño respeto; la bellísima escena donde atrapan a Fahraj en lo que parece ser un jardín o mezquita de Pakistán; la admiración continuamente repetida por los agentes por las tácticas de espías de Bin Laden… Hay una escena, si, donde ella despierta fastidiada por las plegarias matutinas, pero no es coincidencia que se encuentre al principio de la película, cuando acaba de llegar. Hay una continua repetición de que la convicción con la que lucha el mundo islámico hace de esta una guerra muy diferente.

Quizás la confianza con la que está filmada ZDT me convenció y me hizo resaltar sus mejores cosas, pero me parece que más allá de eso, una lectura simplista y superficial de ésta película es un desmérito, que es una película que se mete como gusano en tu cerebro y te deja pensando durante semanas. En ese sentido, el último plano, esa cara de Maya que llora desconsoladamente, es testimonio de la complejidad de ZDT. Porque si llora por alguien, ese personaje completamente aislado, mecánico y sin humanidad, es por lo único por lo que alguna vez sintió algo parecido al amor, por Bin Laden, por su presa, y por lo que acaba de hacer. 

5 comentarios:

JP dijo...

Coincido en un 89%.
Lo que me llama un poco la atención es la actitud de algunos amigos sobre la película. Por supuesto que estoy a favor de las lecturas ideológicas, pero no tanto respecto a la descalificación automática de una película a partir de la detección o intuición de una ideología adversa. Como si no importara que la película fuera compleja o ambigua, desde el momento que se aprende que es patriota republicana (muchas veces antes de verla), se convierte en basura (Incluso gente como Zizek dice que al ser ominosa o compleja se hace aún más detestable, porque está más "disfrazada".).
No me gusta esa actitud, me parece que rehuye el debate y prescribe un cine sin incomodidades, que deja bien en claro su pertenencia a las buenas opiniones.
Creo que es un debate interesante ese, el de la relación de los espectadores con la ideología en el cine. Para refleccionar.

Amadeo dijo...

si, coincido totalmente con vos, yo siento que hay un encasillamiento de la película incluso antes de verla que cancela muchos de los puntos que quise hacer en un post.

por momentos yo temía poner una advertencia onda "si, quizás por todo esto, es un cine mucho más propagandísticamente peligroso" pero después pensé que era medio una mariconada solo escrita con ganas de cubrirse las espaldas.

es un poco, igual, sintomático de la situación del debate en el arte actual en general, donde las opiniones se dividen en campos extremistas entre los cuales no hay contemporización posible.

Marcos dijo...

Hola que tal, vengo del siglo XX a exponer en 5 puntos por qué ZDT me parece propaganda (aún cuando coincida en muchas cosas que se dicen aquí - digamos un 83% de lo que se ve y un 25 % de lo que se desprende de lo que se ve):

1) Si bien parece que se muestra a Maya como una "máquina", hay dos momentos claves de típico cine de propaganda: a) la devastación anímica porque murió la amiga (dejan ver una foto de las dos juntas en su computadora)que motoriza una venganza y b) su sonrisa casi histeriqueando frente a los muchachos que van a ir a matar a BL cuando éstos le tiran flores "yo estoy convencido porque veo que ella está convencida" (Momento Top Gun)

2) La reducción de Bin Laden al "malo" que tiró las torres matando gente inocente. Nada se dice del papel de EEUU en la formación de Bin Laden.

3) Es un poco incompatible que la "mirada neutra" no incorpore cosas valiosas como los otros dos aviones, o la cuestión del gobierno de Bush haciéndose el boludo con las alertas de atentados.

4) Dentro de estas guerras sin corresponsales, EEUU se adueña de la imagen a través de películas como ZDT. Cuando quieran recordar la época en que mataron a BL, las úncias imagenes guardadas serán las de esta película. La ficción escribe la realidad (que es el objetivo principal de la propaganda).

5) En la película se tira palos al gobierno de Bush (con la doble moral de reconocer el verso de las armas químicas de Hussein, pero hacerse los demócratas sorprendidos en la buena fe). La película es un homenaje a la victoria militar de Obama (matar a BL), "casualmente" estrenada en su año electoral.

Nacho dijo...

A mí me parece que su apoyo velado a la tortura no radica en su representación de la misma sin condenarla sino en la sucesión de eventos que se elige mostrar, omitiendo lo que la tortura realmente generó.

La tortura es terrible no sólo por el sufrimiento que causa en la batalla entre hablar o bancársela, sino porque en su sometimiento total del ser torturado (que es lo que dicen buscar los protagonistas, enseñarle al torturado que perdió y que ahora todo es darles la derecha o sufrir) permite subordinarlo a cualquier fin. Mediante la tortura EEUU extrajo la falsa confesión de Ibn al-Shaykh al-Libi de que Iraq estaba ayudando a los 50 gatos locos que constituían Al Qaeda, en la que (junto al más conocido chamuyo de las armas de destrucción masiva) se basó la invasión a un país con el que Bin Laden y su grupito no tenía absolutamente nada que ver, cobrándose más de un millón de vidas para satisfascer las fantasías de los neococonservadores.

En realidad la tortura no ayudó a encontrar a Bin Laden (y creo que tampoco a detener atentados, aunque no estoy seguro), ayudó a desviar la investigación por años y crear un montón de falsa información y de destrucción material en lugares sin ninguna relación con su búsqueda. En la falsificación de la historia para apoyar la teoría de que la tortura es sólo un recurso desesperado para obtener la verdad está su apoyo a ella. Esto no es tan evidente en la película en sí misma, sólo lo es cuando se la compara con lo que dice representar, los hechos en la que está basada como dice la leyenda al principio y como sugiere el registro realista con el que se filmó. El principal efecto de la tortura no fue agarrar a Bin Laden sino destruir las vidas de millones de iraquíes y desviarse por años de la búsqueda de Osama, hasta que con el desprestigio de Bush y la vuelta de los demócratas cambió la estrategia. La confesión bajo tortura es considerada ilegal en cualquier sistema penal no (o no solo) porque la tortura sea dolorosísima y horrible sino quizás aún más porque uno bajo tortura es capaz de confesar cualquier cosa con tal de que no se repita, y ahí no hay límite a lo que el que tiene el poder de la picana te puede hacer decir. Que Bigelow ignore esto olímpicamente implica que no se detuvo a masticar el tema más allá de los clichés que se discuten siempre, y así terminó repitiendo los peores lugares comunes.

Amadeo dijo...

Marcos:

Coincido parcialmente con algunas de las cosas que señalás. Con respecto al entrenamiento militar de Bin Laden por la CIA, me parece quizás un tanto ingenuo esperar que la película lo incorpore, ya que no solamente atenta contra su contenido ideológico, sino también, de una manera más importante quizás, contra su organización dramática. De cualquier modo, en el post yo reconozco que puede ser una película pro-servicios, pero que también es algo más. A mi me parece ambigüa, no necesariamente neutra, con tendencias conflictivas en su interior.

Con respecto a lo de las imagenes, me parece que, a pesar de ser una guerra sin corresponsales, no creo que sean las únicas imágenes posibles estas. Yo, de hecho, cuando pienso en la Guerra de Irak y sus consecuencias a largo plazo, imagino Abu Ghraib o brillantes colores en la noche filmados con camara nocturna antes que ZDT. De cualquier modo, incluso dentro del cine / series hay visiones conflictivas, incluyendo la excelencia de "Generation Kill" (una serie mucho más neutra donde, de cualquier modo, los soldados son totalmente humanizados) o una visión más culposamente tradicional como "Jarhead".

Con respecto a Obama, también lo muestran dando un discurso donde condena la tortura y los duros representantes de la CIA (nuestros "héroes") parecen reírsele y mirar la pantalla con cara de "que dice este pusilánime".

Con respecto a la humanización de Maya, si, es verdad lo de la muerte de su amiga, pero al final me parece que termina reducido a una anécdota que solo define su impulso pero que tampoco es la fuente de su determinación. El momento Top Gun (me gustó el nombre) a mi no me fastidió, de hecho no lo noté hasta que lo mencionaste, pero tenemos ojos diferentes.

Nacho: esa crítica de la representación de la tortura en ZDT me parece mucho más pertinente que el horror moral que considera que solamente por mostrarla sin incluir su condena estás cometiendo algún tipo de pecado. No sé muy bien que dirá esto de nosotros, que nos parece mucho más válida una crítica a la tortura dentro de ZDT "realpolitik" que entiende que la tortura no sirve como herramienta de confesión, antes que una condena absoluta y moral a la tortura como práctica (a pesar de que estoy seguro que los dos la tenemos), pero me parece un punto de discusión mucho más interesante (y además uno de los elementos más oscuros de la película, su confianza en que la tortura conduce a resultados) que una condena a priori.

En definitiva, que yo esperaba una discusión más en las líneas de la que estamos teniendo, antes que una división en campos irreconciliables que juzga la película incluso antes de haberla visto.