viernes, 25 de enero de 2013

El Proyecto JLA (Parte 01).

(Siendo un análisis extremadamente prolongado de cada relanzamiento del famoso grupo de superhéroes escrito por alguien que debería utilizar su tiempo en cosas más productivas). 

Ha sido un largo año de rayos y centellas en el cual el New 52 ha demostrado no ser todo aquello que se esperaba que fuese. En su momento, cuando salió el número 1 de la Justice League, una idea germinó en mi cerebro: ¿Qué tal si hago una reseña de cada relanzamiento de la Liga de la Justicia? Era un proyecto que encajaba perfecto en mi amor por todas las cosas seriadas, los problemas de continuidad y la idea de que un mismo concepto puede disfrazarse de distintas cosas a medida que pasa el tiempo.
Luego me olvidé de ello, y a medida que leía el nuevo DC la verdad que mis ganas se disiparon. Pero en algún momento del año pasado el proyecto reflotó y escribí una cosa larguísima, en la que descubro varias cosas y me decepciono otro tanto. Como es muy largo, va a ir en tres posteos consecutivos. Aquí va el primero, que cubre sus encarnaciones clásicas.


The Brave And The Bold #28 (1960).

La historia que lo inició todo, aquella en la que se juntan un montón de héroes de DC Comics por primera vez para derrotar al poderoso Starro (y espero que no estén dispuestos a burlarse de Starro: Starro es un gran concepto, un gran diseño). La tapa lo dice todo: Starro gris con brazos curvados contra esos tipos vestidos en colores brillantes. Siempre que la veo pienso que Hal Jordan está disparándole al escudo del Capitán América.

Es un primer comic de un grupo de superhéroes atípico y raro: no es un origen secreto porque cuando comienza la historia los héroes ya están juntos y tratan el estar en la Liga como un trabajo secundario de oficina. De hecho, el comic es, en realidad, el origen secreto de Snaper Carr, el insoportable compañero juvenil de la Liga. Es un “young hipster” que habla en un lenguaje lleno de concatenaciones musicales, se viste como un publicista que va a jugar al golf y corta el césped del jardín de sus padres sin un pero. Es notorio lo conservador de la Liga, cosa que se refleja en los dibujos rígidos y de cuerpos siempre iguales de Mike Sekowsky. A los hombres les faltan solo corbatas finitas y un saco para comenzar a tipear documentos del gobierno. Sin embargo, hay un excelente panel del cuartel general de la Liga que incluye sillas gigantes, tubos de ensayo y las escaleras más cincuentosas que vi jamás.

















También sorprende lo mucho que la revista está orientada a cierto didactismo, con páginas dedicadas a la clasificación de estrellas de mar o explicaciones sobre que es un tornado. Todo esto al lado de páginas donde Aquaman habla con su mejor amigo el pez inflable (quién, de hecho, es el que provee vital información sobre Starro) o Wonder Woman utiliza un edificio como un especie de ski para “cabalgarlo” hasta el suelo (y ese mismo edificio está lleno de “las mentes científicas más brillantes”). Es un comic sin concepto más allá de “acá están los héroes más grandes de nuestro universo”. Ya en este primer número re-introduce el formato “nos dividimos, peleamos cada uno con un villano y luego nos reencontramos en el final” que plagaría a la serie durante años. Además es curioso que a pesar de que el “of America” está en la tapa, en el interior casi siempre se nombra al grupo solamente como Justice League, iniciando una discusión estéril que se prolonga hasta el día de hoy sobre si el agregado “America” la vuelve reduccionista y patriotera, cuando en realidad es solo una referencia a la Justice Society, que en su momento si tenía un motivo importante para llamarse “Of America” (y ese motivo en pocas palabras se reduce a ¡HITLER!).

Para encontrar el primer origen de la Liga hay que remontarse al número 9. Esta historia será, con mayores o menores diferencias, el origen oficial hasta el New 52 (es curioso como, a pesar de que se discute interminablemente por cosas menores como si Wonder Woman estuvo o no estuvo ahí, las bases fundamentales siguieron siendo las mismas hasta DiDio). Caen varios meteoritos a la tierra procedentes de la avanzada civilización de Appellax. ¡Su rey ha muerto! Para seleccionar al seguidor hay que combatir en un planeta similar al suyo transformando a los nativos en soldados para la causa.

Este número, así como su primera aparición,  revela en su selección de villanos la resaca del DC de los 50s, con sus aliens absurdos y sus amenazas del espacio exterior que podían o no ser comunistas. Es bastante, bastante aburrido (lo impredecible nunca fue el fuerte de Gardner Fox). La misma mecánica del número original, se separan, luchan, luego se encuentran y con una combinación de suerte y Aquaman frotándose contra el anillo de Green Lantern, logran volver astillas a un alien (literalmente). Se dan cuenta que son muy efectivos juntos, entonces deciden seguir luchando juntos. Una vez más: un libro sin concepto. Ya sé que mucha gente habló de la rigidez de los comics de DC en los 60s pero nunca la había experimentado totalmente. Con razón Marvel les pasó por encima.


Justice League of America #78 (1970).

El primer cambio radical en la forma de operar de la Liga, quizás el primer relanzamiento posta, aunque sea a la antigua usanza: en la misma serie y solamente cambiando el escritor o dibujante. En este caso, entra Denny O’Neill, el primero en escribir la serie luego de Gardner Fox y el primero en hacerlo de una larga lista de ex – alumnos de Marvel (a pesar de la brevedad de su pasaje por la Casa de las Ideas) que incluiría a Steve Englehart, Gerry Conway y Len Wein, quienes, entre todos, prácticamente escribirían la totalidad de la serie original de la Liga hasta su cierre a mitades de los 80.

El sacudón que le pega O’Neill a la Liga en realidad se inicia unos cuantos números antes, con la desaparición de Wonder Woman, coincidiendo con la perdida de sus poderes y su conversión en una heroína groovy de los 60s con sirviente chino llamado I-Ching (también escrita por él en el propio título de WW). Luego se marcharía J’onn J’onzz, en una historia que introducía a unos marcianos pálidos que volveremos a encontrar. Solo un par de números más tarde, O’Neill borraba al insoportable Snapper Carr, en una historia que lo cubría de ignominia. O’Neill también cambiaría a Green Arrow de blando y aburrido tipo que tira flechas a enojado combatiente de los problemas sociales con barba de chivo.

Este número es famoso porque presenta por primera vez al satélite de la Liga, que se volvería la base de operaciones por antonomasia durante sus años más dorados. Al mismo tiempo, la operación de saneamiento de O’Neill está apuntada a poder utilizar personajes que no necesariamente tuviesen sus propios títulos y a introducir algunos temas “sociales” o “políticos”. En este caso, una parábola ejemplificadora sobre la polución y la contaminación entregada con indignación por Green Arrow. En otras palabras: O’Neill intentaba volver a la JLA algo más parecido a un comic de Marvel, con el mismo estilo: mayor interacción entre los personajes (es el responsable del romance Black Canary – Green Arrow), una pátina de conciencia social totalmente removible y pasajera, una mezcla de grandes con héroes menores pero más desarrollables y un sentido cósmico gigantesco. Y es una formula que va a durar bastante tiempo y será bastante popular.   

En cuanto a los dibujos, a esta altura los realizaba Dick Dillin, uno de esos tipos que se murió antes de que los fans rescaten sus buenas cualidades de trabajador constante. Sus dibujos no son nada del otro mundo, pero se nota algo muy puntual y ese algo muy puntual es NEAL ADAMS. Después de Neal Adams, era claro que no se podía volver a dibujar como Mike Sekowsky en los primeros números de la Liga. Hay perspectivas raras y cuerpos dibujados con mayor precisión anatómica, además de que a Dillin le gusta la figura del cuerpo en movimiento / o volando cosa que es muy Adams (yo siempre me acuerdo de ésta página). En pocas palabras, un aggiornamiento que permitiría a la Liga soportar muy bien los 70s.


Bonus track!
Justice League of America #144 (1977).

Steve Englehart, otro discípulo de Stan (pero mucho más empapado del estilo), le daría a la Liga otro proto-origen. La historia se lee como la respuesta a un no-prize por el cual nadie se quejó: Green Arrow descubre que el origen de la Liga tiene “inconsistencias” que tienen que ver con una diferencia de meses con respecto al momento en que Green Lantern comenzó su carrera (!!). Entonces confronta a Superman y al mismo Lantern, quienes le explican que habían tenido una aventura anterior, en contra de los marcianos blancos con los cuales la raza verde de J’onn J’onzz ha estado en guerra civil durante años, pero que no lo habían confesado para no despertar la paranoia antimarciana de mitad de los 50s. Es un caso interesante que nos lleva a preguntarnos ¿es acaso J’onn J’onzz un comunista? (los blancos, claramente, serían los zaristas). A lo cual contestamos: probablemente si, pero es un comunista convertido, que vio en Estados Unidos la tierra de la oportunidad perdida en su propio planeta.

Además, la historia le sirve de excusa a Englehart para desempolvar a un montón de héroes activos a finales de los 50s pero que tenían más en común con la Golden Age, incluyendo a los Challengers of the Unknown, los Blackhawks y Plastic Man, para mandarlos en una persecución inútil contra los héroes de ciencia ficción con los que DC sobrevivió la década McCartista (Adam Strange, Rip Hunter) sin lograr alcanzarlos, lo cual explica la superioridad de la ciencia sobre la aventura, o algo.


Justice League of America v1 Annual 2 (1984).

Bueno, acá las cosas se comienzan a poner interesantes. En un mundo en el cual ya habían sucedido los X-Men, los Teen Titans y la Legión de Superheroes de Paul Levitz y Keith Giffen, la Liga de la Justicia parecía una reliquia de otro tiempo (de algún modo, siempre lo fue) y Gerry Conway, el último de los guionistas de su etapa clásica, estaba dispuesto a corregirlo utilizando todas las estrategias de esas series, los últimos grandes éxitos en el mercado superheroico yankee, que pudiese robar. Por supuesto, detrás del razonamiento también continuaba la tensión que se va a sentir en la Liga a lo largo de toda su historia: ¿grandes o pequeños? ¿héroes que pueden cambiar dentro del comic o héroes cuyos destinos están controlados en cientos de otras series?

Conway, entonces, lanza su nuevo equipo lidiando con las consecuencias de una “Guerra Marte / Tierra” que había sacudido a la Liga meses antes, causando la destrucción de su adorado satélite y la casi total dominación de nuestro planeta. Es interesante observar que la idea, muchas veces repetida, de J’onn J’onzz como “el alma de la Liga” se observa en la realidad y que muchos de los cambios de la Liga han estado directamente relacionados con historias que lo involucran. Aquaman considera que el problema de la Liga es que sus miembros no interactúan lo suficiente, que no viven y entrenan juntos, y por ello les plantea a los héroes más prominentes la opción: o la Liga o sus vidas. Y la mayoría, con la excepción de Zatanna, Elongated Man y un reaparecido J’onn, deciden abandonar la casa del árbol que los había cobijado desde los sesentas.

A partir de allí, Conway introduce a Vixen, Steel, Vibe y Gipsy. El segundo es un musculoso de acero envuelto en la bandera norteamericana. Los otros tres son espantosos estereotipos raciales. Acá Conway está intentando incorporar la vibración mundial que se había visto en los supergrupos desde el lanzamiento de Giant Size X-Men pero (nunca un gran escritor, el buen Gerry) con resultados hilarantes. Vibe habla todo el tiempo con términos como “chu” (you), “pescado” o  “mamacita”. Gipsy camina con los pies descalzos y es misteriosa y ladrona, como buena gitana. Vixen es tan pero tan pero tan parecida a Wolverine que me sorprende que Marvel no haya hecho un escándalo. Y con respecto a los personajes antiguos, Aquaman, sin querer caer en el lugar común de reírse de Aquaman (que no comparto) no sirve realmente como líder. No como líder de la Liga, al menos. Aquaman en Atlantis reina y alguien, alguna vez, escribirá esa gran serie de aventura submarina e intriga palaciega que esta esperando ser escrita con Aquaman. Fuera de Atlantis, Arthur Curry puede ser a) el outsider o b) el recio gobernante de los mares que está por encima de ti y no le molesta hacértelo saber. Puede ser J’onn J’onzz o Namor. Pero no mucho más. No inspira el asombro que un gran líder sobre tierra debería tener y queda muy chico al lado de gente como Superman.

Los dibujos de Chuck Patton, por su parte, trasladan esta mediocridad general al trazo. Patton es uno de esos artistas totalmente intrascendentes, jornaleros, como les dicen en Estados Unidos, que nunca molestan pero tampoco descollan. Sin embargo, es infinitamente inferior a los artistas de su misma categoría de años anteriores. Pertenece a una generación de los 80s que lo único que absorbió de George Perez es su capacidad para dibujar muchos personajes. Es blando. En ningún momento parecería estar dibujando personas reales, sino juguetes con expresiones variables. Se ubica en algún lugar de la cadena que va de Sal Buscema a Ron Lim.

Luego, Conway y Patton hacen que la Liga se mude a Detroit, a una fábrica abandonada reconvertida y aprovechan la oportunidad para introducir un montón de personajes negros que hablan como si fuesen blancos con blackface en los años 30. Hay un poco de nobleza en el intento de Conway: quería que la Liga fuese moderna, quería que la Liga le hable a una generación acostumbrada a un nuevo tipo de superhéroe que podía gesticular débilmente hacía ciertos problemas sociales dentro de su propio envoltorio, quería más interacción entre sus personajes (hay una escena de seducción de Zatanna que es, literalmente, increíble), quería introducir personajes nuevos que pudiesen crecer dentro del propio comic y, quien sabe, quizás algún día volverse favoritos de los fans, quería ampliar su base étnica. Pero, alas, pobre Gerry, no tenía el talento necesario. Muchos de estos personajes serían reutilizados de manera interesante por gente con más cancha (como John Ostrander y el mismo Giffen) pero la JLA de Detroit estaba condenada desde sus inicios. 

(En la próxima entrega: como Giffen ganó el oeste y como lo perdieron). 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno amadeo, espero con ganas el proximo posteo.